El rendimiento económico de los países bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) en los últimos 20 años ha superado con creces al del resto de Europa. Tanto es así, que el propio Banco Central Europeo no ha dudado en señalar en su último boletín económico que «la evolución de la convergencia de estos países ha sido extraordinaria», según pública hoy el diario español eleconomista.es.

Un dato curioso que muestra el éxito de estos países es la comparación del PIB per cápita en paridad del poder adquisitivo (PPA) de Lituania, Estonia y Letonia con el de Grecia. Según datos de Eurostat (agencia de estadística de la Unión Europea), en 1999 el PIB per cápita PPA de Grecia era de 16.100 euros, mientras que el de Estonia apenas alcanzaba los 7.400 euros. En 2016, este indicador en Grecia es de 19.500 euros mientras que en Estonia alcanza los 21.500 euros.

Según explican desde la agencia de estadística de la Comisión Europea, el PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo está destinado para realizar comparaciones entre países. El PIB per cápita, expresado en PPA, elimina las diferencias en los niveles de precios entre países, lo que permite comparaciones de volumen significativas entre el PIB de diferentes países sin la distorsión que ejercen los precios. En este caso, el PIB PPA está expresado en relación con el la Unión Europea (UE27). El PIB de paridad de poder adquisitivo (PPA) será por tanto el conjunto de bienes y servicios finales producidos en un país durante un año, pero en vez de poner los precios de ese país se toman los precios medios de la UE.

En busca de la convergencia

Desde el BCE destacan que los países bálticos han sido capaces de mantener un ritmo de convergencia sorprendente hacia la renta per cápita media de la UE en los últimos 20 años. Aunque la crisis financiera afectó con mayor rudeza a estos pequeños estados, el daño fue profundo pero muy corto en duración, lo que ha permitido que estos países superen el nivel de renta previo a la Gran Recesión.

«Los países bálticos están entre los pocos de la zona del euro en los que el PIB real per cápita, en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA), ha mostrado una convergencia sustancial hacia la media de la UE en los últimos 20 años. Mientras que, en 1995, su renta media per cápita (en PPP) solo se situaba en alrededor del 28% de la media de la UE-15, en 2015 alcanzó el 66,5%. Asimismo, cabe señalar que el PIB real de estos tres países registró acusadas caídas en 2008 y 2009, pero después se recuperó con fuerza», sentencia el último boletín económico del Banco Central Europeo.

«La evolución de largo plazo de la convergencia de los países bálticos ha superado lo que hubiera cabido esperar atendiendo a su nivel inicial de renta», señala el BCE. Según el instituto monetario, hay que tener muy en cuenta algunos aspectos que han dado mayor valor a este éxito económico, como puede ser «el contexto de un nivel de renta inicial muy bajo al comienzo de su transición a las economías de mercado, a mediados de la década de los noventa».

«Sin embargo, sus resultados han superado cualquier expectativa derivada de la ecuación entre sus niveles de renta per cápita iniciales y el crecimiento en el período comprendido entre 1999 y 2015», explican los economistas del BCE.

La ‘receta’ del crecimiento

Desde que estos países se unieron a la UE en 2004 han seguido muy de cerca las recomendaciones de Bruselas, que les aconsejaba seguir un programa económico de libre mercado y fomento de la actividad empresarial. También ha sido muy relevante «la significante mejora de su calidad institucional».

Según argumentan desde el BCE, aunque estos tres países son diferentes en algunas cuestiones, comparten ciertos pilares que han sostenido un crecimiento a largo plazo: «Niveles muy elevados de apertura comercial y financiera y movilidad laboral muy alta; gran flexibilidad económica con negociación salarial a nivel de empresa; condiciones del marco institucional relativamente buenas, y bajos niveles de deuda pública».

En general se considera que la mayoría de estas características favorecen la convergencia real, aseguran desde el BCE. «Al mismo tiempo, la significativa apertura de estos países también ha sido una fuente de vulnerabilidad macroeconómica y de retos específicos en materia de política económica. En concreto, ha resultado difícil gestionar el ciclo económico en un contexto de volatilidad de los flujos de capital», reconocen desde le instituto monetario.

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