Desde que los gobiernos empezaron a cerrar fronteras y limitar movimientos, las aerolíneas han ido parando sus aviones, que pasan las cuarentena aparcados en las pistas de rodaje, despegue y aterrizaje de y en las áreas de embarque. Por ejemplo, American Airlines tiene decenas de aviones parados en el Aeropuerto Internacional de Tulsa (Oklahoma), Iberia reparte su flota entre el polígono industrial La Muñoza, donde tiene hangares, y el aeropuerto de Barajas, donde Air Europa también ha dejado sus aeronaves. Ryanair tiene una parte de su flota parada en el aeropuerto de Tenerife y Vueling los reparte entre Barcelona, Sevilla y Málaga. «Es bastante inusual que un avión esté parado tanto tiempo y tampoco hay una zona específica como tal. Lo que hacen es aparcar en las posiciones de remoto», explican fuentes de Aena.
Como se aprecia en las imágenes, KLM ha dejado estacionados en Schiphol(Amsterdam), unos 100 aviones de su flota. Otras aerolíneas también han elegido el aropuerto holandé para almacenar sus aeronaves durante la cuarentena, por lo que actualmente guarda 200 aviones. Lufthansa, que apenas tiene operativos 26 aviones de los 763 con los que cerró el año 2019, ha repartido su flota entre el aeropuerto de Múnich y el de Frankfurt. Emirates ha aparcado sus aviones en el Aeropuerto Internacional de Abu Dahbi y la Delta ha optado por un aeródromo de Victorville (California) y Swiss Air tiene decenas de aviones de pasillo único en la ciudad suiza de Dübendorf.
Las aerolíneas aprovechan que los aeropuertos apenas hay actividad de carga (el tráfico aéreo de Barajas ha caído un 90,8% y el de Amsterdam un 88,1% por ejemplo) para tener aparcados, protegidos y mantenidos sus aviones con la idea de poder volver a volar en cuanto se levanten las restricciones, al menos con una parte de las flotas.
Fuente: El Economista