Concentrada en algo más de una milla o 2,6 kilómetros cuadrados, la City de Londres es el distrito financiero más importante de Europa. Pero la salida de Reino Unido de la UE (una medida que la capital británica rechazó mayoritariamente en el referéndum), y especialmente la posibilidad de un Brexit duro, han planteado interrogantes sobre cómo afectará a la posición de la City el nuevo escenario, según informó El País.
«No va a haber un éxodo masivo de capitales», asegura Andrew Parmley, Lord Mayor de la City de Londres, que tiene entre sus responsabilidades promover el atractivo de la capital entre inversores extranjeros. Por ejemplo, se ha sugerido que la aseguradora Lloyd’s va a relocalizar a miles de personas en Bruselas, cuando la realidad es que van a abrir allí una oficina con 100 empleados, de los cuales 10 se van a trasladar desde Londres. Las preocupaciones económicas derivadas del Brexit están bastante localizadas entre los Veintiocho, pero a escala mundial no inquieta tanto. Hace un par de semanas se ha publicado que Qatar plantea invertir otros 5.000 millones de libras en Reino Unido en los próximos años, y en un viaje reciente a China varios banqueros me comentaron que querían abrir nuevas sedes europeas aquí en la Square Mile».
Este fue uno de los temas que se debatieron en un desayuno de redacción organizado por EL PAÍS y patrocinado por el Banco Sabadell el pasado 19 de abril en Londres. Y el resto de expertos convocados a la mesa, provenientes de los sectores financiero, legal y educativo de España y Reino Unido, también descartaban la probabilidad, e incluso la conveniencia, de que la City pierda su estatus como capital financiera de Europa. «En una situación saludable, es evidente que tener un centro financiero como Londres en el continente es bueno para todos. Su caída no significaría necesariamente que los recursos, el capital y el talento se transferirían a otros países de Europa, posiblemente se dispersarían por todas partes», afirmó Javier San Basilio, director regional de Europa de Mapfre Re y presidente de la Cámara de Comercio de España en Gran Bretaña.
Para Peter Estlin, sheriff de la City de Londres, es fundamental seguir atrayendo talento para apuntalar el protagonismo de Londres tras el Brexit. A su juicio, el sector financiero ha de vincularse a la conversación política para lograr un «divorcio amigable» que contemple la libre circulación de personas: «En la City estamos actuando de enlace entre las empresas y el gobierno, y creo que este comprende la importancia de seguir siendo un imán para el talento. La primera ministra está más abierta al respecto, y también hemos hablado con la ministra de Interior de posibles estructuras de visado».
Tomás Varela, director general del Banco Sabadell, destacó las sólidas relaciones de su entidad con Reino Unido (su banco tiene una cuota de mercado de más del 25% entre los británicos que residen en España tras la adquisición de las filiales de Natwest y Lloyds), y planteó la conveniencia de establecer una etapa de transición si, como todo hace sospechar, dos años resulta un periodo de tiempo insuficiente para llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes: «Hace falta tiempo no solo para la negociación o la implementación de las medidas, sino para evaluar impactos en los distintos sectores, porque todos están interrelacionados, y creo que no es realista pensar que en dos años pueda hacerse. En términos de migración de personal, por ejemplo, para algunas industrias va a ser imposible».
Para el futuro, Varela apuesta porque Londres siga siendo «un gran activo para Europa que ayude a garantizar la armonización de la regulación en los dos espacios y que también propicie una mejora del equilibrio dentro de Reino Unido». Parmley coincide en que hay espacio para seguir fortaleciendo lazos: «Por ejemplo, podríamos cooperar más en Latinoamérica. De España me llega una enorme sensación de comprensión y ganas de colaborar, y no estoy seguro de poder decir lo mismo de otros países de la UE. Con una aplicación diligente de principios clave como reciprocidad, certidumbre y pragmatismo, mi esperanza es que la situación se normalice hasta tal punto que dentro de diez años los niños pregunten qué fue el Brexit«.